Una dificultad inesperada
Efectivamente, a media mañana, un elegante sedán negro se acercó y se detuvo al ver a Max. La conductora, una mujer joven, se detuvo por completo. Sus ojos se abrieron de par en par y casi pude oír sus pensamientos: ¿Merecía la pena enfrentarse a un toro por aparcar aquí? Observar su reacción fue tan agradable como divertido. Golpeó el volante con los dedos, pensando en su siguiente movimiento.

Una dificultad inesperada
El enfrentamiento con el toro
El automovilista intentó tocar el claxon, esperando que Max se apartara como cualquier otro impedimento. Pero Max permaneció impasible, masticando con firmeza, despreocupado por la conmoción. Lo observé desde lejos, reprimiendo una carcajada. Estaba claro que Max no estaba dispuesto a ceder. Este enfrentamiento era un tributo silencioso al valor del respeto a la antigua usanza, una lección que el conductor estaba empezando a aprender.

El enfrentamiento con el toro