Dudas repentinas
Antes de llamar a la puerta, Nolan se tomó unos minutos para sentarse en el coche. No esperaba sentirse tan nervioso, lo que le hizo cuestionarse si aquello era lo correcto. Al instante recuperó la compostura y se dio cuenta de por qué estaba allí: para proporcionar un nuevo hogar lleno de amor a un niño. Decidido a aprovechar al máximo su estancia, salió del coche y llamó al timbre.

Dudas repentinas
Un silencio inquietante
Nolan esperaba oír el alboroto de unos niños jugando, pero cuando se abrió la puerta principal, notó un silencio inquietante. “¿Buenos días, señor Nolan?”, le preguntó una mujer de aspecto pulcro. “Ah, sí, señora”, respondió Nolan con entusiasmo. “Soy la señora Toxipius. “Bienvenido”, respondió la mujer, haciéndose a un lado para dejar pasar a Nolan. “Los niños están por aquí”

Un silencio espeluznante