Llegan los coches nuevos
Aquel fin de semana, bien temprano, me despertó el inconfundible crujido de los neumáticos sobre la grava. Al mirar a través de las cortinas, me di cuenta de que una nueva tanda de coches entraba serpenteando, obstruyendo mi entrada antes incluso de que me hubiera servido el café. ¡Qué nervios! Cada uno de ellos parecía seguir una guía invisible, viniendo directamente hacia mi espantapájaros favorito y reclamando cada centímetro libre de terreno.

Llegan nuevos coches
Enfrentamiento en el aparcamiento
Los problemas no tardaron en llegar. Dos conductores, con frenos y todo, se enfrentaron por un lugar privilegiado cerca del espantapájaros. “Yo llegué primero”, dijo el del coche rojo, agitando los brazos como un molino de viento drogado. “¡Ni hablar, tío!”, dijo el tipo del todoterreno, señalando con fuerza. La tensión era tan densa como un tazón de avena. Antes de que alguien acabara llevando su automóvil como sombrero, me di cuenta de que tenía que intervenir.

Enfrentamiento en el aparcamiento