La mirada preocupada de Lisa
Cuando Lisa pasó por delante de la habitación, me llamó la atención, con el rostro nublado por una mezcla de preocupación y disculpa silenciosa. “Les encanta complicar las cosas, ¿verdad?”, murmuró. Asentí con una sonrisa tranquilizadora: no tenía sentido dejar que se estresara por las travesuras habituales de sus padres. El fin de semana acababa de empezar y todos sabíamos lo mucho que les gustaba a Richard y Margaret agitar las cosas. Lo que no sabían era que el verdadero drama aún no había empezado.

La mirada preocupada de Lisa
Margaret entra paseando
Margaret entró en el salón, con una taza de té en la mano, observando despreocupadamente lo que creía que eran sus dominios. “Creo que unas cortinas nuevas alegrarían mucho este espacio”, comentó, irradiando un aire de propiedad que nunca dejaba de divertirme. Completamente inconsciente de quién era el dueño de la casa, se comportó como la reina del castillo. Observarla en pleno dominio de su trono imaginario hacía que toda la farsa resultara extrañamente divertida; momentos como ése casi hacían que fuera divertido guardar el secreto.

Margarita entra paseando